Comienza un nuevo día, pero esta vez el despertador suena más temprano que de costumbre; 4:30 de la mañana hora de levantarse si no se quiere llegar tarde a clase de 6:00 am. Aun entre dormida sale de las cobijas que la envolvían para darse un duchazo con agua bien fría, pues sabe que es la única forma de evadir el sueño y la somnolencia.
Luego de salir del baño, sabe que tiene el tiempo exacto para vestirse, peinarse, maquillarse, en fin hacer toda la parafernalia rutinaria de una mejer antes de salir de casa. A eso de las 5:05 am se abre la puerta de su dulce hogar, para tomar rumbo hacia la Universidad por esas calles solitarias y frías.
Después de caminar más o menos 5 cuadras (distancia que existe entre su casa y la Estación Santo Domingo del Metrocable Línea), llega a la entrada de la Estación y se encuentra con la misma escena de cada martes: la eterna fila para poder acceder al Sistema. Luego de 15 minutos, por fin puede subirse a una de las cabinas del dichoso aparato, que en tan solo 9 minutos la llevará a otra Estación para realizar el trasbordo.
A las 5:25am en medio del frío llegó a la Estación Acevedo, donde hay que esperar pacientemente el arribo de nuestro querido y amado Sistema de Transporte Masivo: El Metro. Como bien se sabe a su llegada, hay que ingeniárselas para poder acceder a este, pues en las horas picos la congestión no se hace esperar.
Después de un viaje un poco “apretado”, y haber pasado por Tricentenario, Caribe, Universidad, Hospital, Prado, Parque Berrio; se escucha por el altavoz: “Próxima estación San Antonio A, que le brinda posibilidad de transferencia a la Línea B”, allí es donde debe bajarse para llegar a su destino final, la Universidad.
Al finalizar las escaleras de acceso a la Línea B, el Metro con dirección a San Javier no demoro en llegar, abrir sus puertas y permitir la entrada de los usuarios. Pues bien, el viaje no duro mucho, estación Cisneros y luego Suramericana, bueno aunque faltase caminar desde ese lugar al sitio de aprendizaje y conocimiento.
Luego de salir del baño, sabe que tiene el tiempo exacto para vestirse, peinarse, maquillarse, en fin hacer toda la parafernalia rutinaria de una mejer antes de salir de casa. A eso de las 5:05 am se abre la puerta de su dulce hogar, para tomar rumbo hacia la Universidad por esas calles solitarias y frías.
Después de caminar más o menos 5 cuadras (distancia que existe entre su casa y la Estación Santo Domingo del Metrocable Línea), llega a la entrada de la Estación y se encuentra con la misma escena de cada martes: la eterna fila para poder acceder al Sistema. Luego de 15 minutos, por fin puede subirse a una de las cabinas del dichoso aparato, que en tan solo 9 minutos la llevará a otra Estación para realizar el trasbordo.
A las 5:25am en medio del frío llegó a la Estación Acevedo, donde hay que esperar pacientemente el arribo de nuestro querido y amado Sistema de Transporte Masivo: El Metro. Como bien se sabe a su llegada, hay que ingeniárselas para poder acceder a este, pues en las horas picos la congestión no se hace esperar.
Después de un viaje un poco “apretado”, y haber pasado por Tricentenario, Caribe, Universidad, Hospital, Prado, Parque Berrio; se escucha por el altavoz: “Próxima estación San Antonio A, que le brinda posibilidad de transferencia a la Línea B”, allí es donde debe bajarse para llegar a su destino final, la Universidad.
Al finalizar las escaleras de acceso a la Línea B, el Metro con dirección a San Javier no demoro en llegar, abrir sus puertas y permitir la entrada de los usuarios. Pues bien, el viaje no duro mucho, estación Cisneros y luego Suramericana, bueno aunque faltase caminar desde ese lugar al sitio de aprendizaje y conocimiento.
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